Los estudiantes que egresan del programa del Bachiller en Teología han debido adquirir habilidades de carácter social, teológico y pastoral para el diseño de proyectos de evangelización y educación en la fe y para el trabajo directo en distintas tareas de anuncio del mensaje cristiano, formación religiosa, celebración de la fe, obras asistenciales y tareas de dirección y gobierno en la Iglesia. Deberán, asimismo, tener la preparación adecuada para seguir profundizando en el estudio de la teología en grados académicos superiores.
Los alumnos han debido adquirir amplia formación cultural, humanística y filosófica, habiéndose iniciado en las lenguas clásicas y habiendo desarrollado capacidades de razonamiento lógico. En el estudio propiamente teológico del Grado-Bachiller, el egresado ha de haber adquirido conocimiento de los grandes problemas del hombre, de la actual situación histórica-religiosa, del misterio cristiano revelado y vivido en la tradición eclesial, de las aportaciones de los grandes pensadores y corrientes del saber teológico.
Asimismo, habrá adquirido una buena capacitación para la convivencia, el compromiso directo con la realidad vivida de la Iglesia y el desempeño de las tareas propias del ministerio ordenado.
Sobre el conjunto del Bachiller en Teología, el egresado debería haber adquirido las habilidades siguientes:
1. Conocimiento de las fuentes bíblicas, patrísticas y magisteriales.
2. Cultivo y revitalización continúa de la propia formación, madurez y crecimiento humano-vocacional.
3. Capacidad de aplicación de esas fuentes a la realidad social y eclesial, así como capacidad de gestión pastoral, dirección de la comunidad cristiana y animación de su celebración litúrgica.
4. Capacidad para implementar metodología catequética y educativa en comunidades parroquiales, centros educativos o comunidades cristianas.
5. Espíritu creativo para emprender actividades pastorales en nuevos contextos socio-culturales y un espíritu de estudio.
6. Sentido de responsabilidad, capacidad de secreto profesional, coherencia entre su vida personal y consagrada y la función eclesial desempeñada dentro de la diócesis a la que pertenece.
7. Habilidades para la relación interpersonal, el trabajo comunitario, el acompañamiento espiritual y el desarrollo de soluciones de mediación y orientación personal y social.
8. Habilidades para promover en organizaciones eclesiales y civiles un desarrollo humano integral, una cultura de justicia y paz, y el entendimiento entre personas, sociedades y culturas en un mundo globalizado.