“Desde niño sentí la vocación al sacerdocio y a medida que pasaban los años aquella inquietud acrecentaba junto a experiencias que el Señor me ponía cada día. Entré al seminario para discernir lo que Dios quiere de mí”.

“Cada persona está destinada a una tarea, a mí, por ejemplo, Dios me ha llamado para encomendarme la tarea de dar a conocer la Buena Noticia. Esta consiste en decir a los demás, no estás sólo sino que Dios te apoya, ya que Dios pone una persona en tu camino para acercarte a Él”.

“Me encontré cerca de Alguien a quien suponía más distante. Ya no he querido separarme de Él”.

“Cuando sentí una llamada personal de Dios a entregarle mi vida, me dio la gracia de dejar de lado mi proyecto para ir progresivamente abrazando el suyo, con la esperanza de llegar un día a ser enteramente para Él, para quien he sido creado y en quien mi vida encontrará plenitud”.

“Ya desde los 13 años sentí que Dios me llamaba para algo diferente, algo grande que se escapa de mis posibilidades. Sabiendo que el Padre elige, el Hijo llama, y el Espíritu fortalece, ingreso en el Seminario, lugar idóneo para discernir la vocación a la que me siento llamado”.

“La vocación de todo cristiano es la respuesta a una llamada de Dios. Descubrir a través de los pequeños detalles de la vida que Dios nos quiere, que nos ha creado para algo importante es lo que, en mi caso, me llevó a colaborar en mi Parroquia con la Catequesis y la Pastoral Juvenil. Todo ello para intentar compartir que Dios en Jesús se entrega por nosotros para salvarnos y darnos vida. Después de estudiar el Grado en Historia, vi que ser sacerdote podía ser mi camino para vivir la fe y compartirla con los demás”.

“Un día me detuve en el camino y Jesús me necesitaba y yo no respondí nada. Ayer me detuve en el camino y Jesús no me necesitaba sino que me amaba y perdonaba. Hoy respondí a su llamada entregándole mi pecado y mi nada para vivir, simplemente, siguiendo la esperanza”.

“Sentir la llamada de Dios no es fácil, te vienen dudas, sientes miedo, pero el Señor siempre está ahí dándote unas palmaditas de cariño. Sentía la llamada desde hace un par de años pero no me atrevía, tenía miedo. Lo que me hizo dar el paso fue una frase que me dijo Tino Riesgo, un sacerdote ordenado este año: ``¿Has pensado alguna vez si Dios te llama?”.

“Creo que esta frase de San Pablo resume muy bien mi vocación al sacerdocio: “Sé de Quién me he fiado” (2 Tim 1, 12). El agradecimiento al Señor por sus innumerables dones te mueve a abandonarte en sus manos, sabiéndote la nada más el pecado sin Él; y confiando en que su gracia santificante te transformará para ser cada día un peco menos indigno siervo suyo”.

“Desde niño sentí la vocación al sacerdocio y a medida que pasaban los años aquella inquietud acrecentaba junto a experiencias que el Señor me ponía cada día. Entré al seminario para discernir lo que Dios quiere de mí”.