«Lo único importante es llegar a ser santos»
Con motivo de la Solemnidad de todos los Santos celebrada el pasado 1 de noviembre, los seminaristas se unieron a la maratón de celebraciones de la Palabra en las parroquias de la Unidad Pastoral de Cangas de Narcea, Degaña e Ibias. Aquí la experiencia de uno de ellos.
Brotaron las palabras del Padre y descendieron como semillas en el pueblo de Dios
En la oscuridad nocturna que recubría el Santuario de la Virgen del Acebo, justo en el interior de la Capilla, una luz que no provenía de las velas del altar nos iluminaba y arropaba a todos los que allí estábamos frente al Sagrario. Una luz que no se apreciaba con los ojos, sino que sólo en el alma podíamos sentir.
Juntos como hermanos que el Señor quiso unir en este espacio y tiempo, y celebrando la Santa Eucaristía, vivimos el primer momento más especial de esta experiencia. En ese instante, más cerca del Cielo, y no por los 1.180 metros a los que se encuentra el Santuario. Comenzamos la labor que se nos había encomendado.
Fue de esta forma, y bajo el amparo de la Virgen María, como se inició la comunión fraterna que nos hizo caminar juntos de la mano de Jesús para poder llevar a cabo las celebraciones de la Palabra en las hermosas y diversas parroquias de Cangas del Narcea.
Pasada la noche, tras descansar, nos despertamos reconfortados por el Señor en la paz del silencio que se halla en el Santuario. Amaneció así el Día de Todos los Santos, y juntos, tras compartir mesa para alimentarnos en la fraternidad, nos dejamos guiar por el Espíritu partiendo hacia nuestros distintos caminos. Distintos y a la vez tan iguales.
La Asturias profunda y entrañable por su sencillez, con su gente afable y especialmente natural, nos esperaba en las iglesias y en los cementerios donde el Señor hizo posible que llegáramos con la Buena Noticia. Sirviéndose de nosotros, hermanos en Cristo, como portadores de su palabra e instrumentos de su amor.
De dos en dos como los Apóstoles fueron enviados por Jesús, así fuimos nosotros, los seminaristas de Oviedo. “Siendo testigos de la verdad, en una naturaleza desvelada por las manos de Dios donde las palabras del Padre brotaron y descendieron como semillas en el pueblo de Dios”. Semillas del Señor que descendieron en aquellas personas con la necesidad de recordar o descubrir el sentido hacia la eternidad y el amor infinito de Dios. Con la necesidad de ahondar en el conocimiento de Cristo para poder seguirle y amarlo de verdad. En definitiva, personas con la necesidad de sentir como “la misericordia de Dios late en nuestros corazones con su paciencia infinita”.
Y así, una vez más en el Día de Todos los Santos, Dios nos recordó y nos dio la gracia para ver que “lo único importante es llegar a ser Santos, y en el camino de la verdad aprovechar la oportunidad que tenemos de ganar almas para Dios”.
Gracias a esta formación dinámica del Seminario donde se nos ofrece una dimensión pastoral, podemos apreciar como es imprescindible “no caer en la tentación de vivir nuestra vocación en una burbuja, sino vivirla con el mundo como lo hizo Jesús”. Con nuestra tan necesaria intimidad con el Señor, pero sin guardarnos la alegría y el amor que Dios nos regala y que quiere que compartamos los unos con los otros.
Asimismo, me gustaría enfatizar sobre el trabajo ejemplar que realizan los sacerdotes de la Unidad Pastoral de Cangas del Narcea, Degaña e Ibias, Don Juanjo, Don Miguel y Don Sebastian, a los cuales agradecemos su cercanía fraternal y su generosa acogida.
A modo de conlusión, os invito a rezar para que lleguen nuevas vocaciones sacerdotales, y de este modo podamos seguir llevando a todas las parroquias la Palabra de Dios y el verdadero alimento de vida eterna que es Cristo. Para que cada vez seamos más los que digamos con verdadera Fe, “No conozco el camino, Señor, pero el saber que voy contigo es suficiente para caminarlo”.
Jonathan Hergueta López
Primer año de estudios eclesiásticos